Un relato para trabajar con los niños la conservación de los pájaros. La Sociedad Española de Ornitología escogió al gorrión como ave del año 2016 por ser una especie cuya población está en declive. Al ser una especie oportunista se recuperaría a poco que le facilitáramos la existencia. Otras especies, sin embargo, tienen un futuro mucho más complicado. Bueno será que la juventud tenga consciencia de ello.
Por cierto, aunque la escena de los padres parezca exagerada por histérica, se dio en la vida real. Existen hombres y mujeres con un miedo irracional a los pájaros. Conviene, pues, que enseñemos a los chavales a no temer lo que no representa ningún peligro.
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Gorrión común - macho |
Unos alaridos escalofriantes se
escuchaban en el colegio «La Romanilla» de Roquetas de Mar. Y golpes, y estruendo
de objetos cayendo al suelo. La secretaria dio la voz de alarma al Comando
Lobo.
—Unos padres están reunidos con
la directora. Al parecer, hay un bicho en el despacho y se ha armado follón
impresionante. Necesitamos vuestra ayuda.
Cristina y sus alumnos la
siguieron corriendo.
— ¿Qué animal es? ¿Una tarántula
venenosa? ¿Una víbora? ¿Un tigre del circo que se ha escapado? ¿Una plaga de
cucarachas? A lo mejor es un ratón… —aventuró JULIO.
—No sé, chicos.
Todas la madres chillan alguna
vez, eso ya lo sabemos; pero, sin duda, aquella era la campeona de todas las
campeonas.
— ¡Aaaah! —Se escuchaban los
gritos atronadores en todo el colegio.
Al entrar en el despacho,
encontraron un estropicio tremendo: sillas por el suelo, libros y documentos
desparramados, lámparas rotas… La directora estaba en un rincón con cara de
incredulidad; el padre, encima de la mesa; la madre, escondida en un armario.
¿Y el terrible bicho? ¡Ah, pues ni idea! Allí no se veía ninguno.
— ¿Qué ha sucedido aquí?
—preguntó Cristina—. ¿En qué podemos ayudaros?
— ¡Llevaos al monstruo! ¡No
pienso salir hasta que no os llevéis ese monstruo! —exclamó la madre
entreabriendo un poco la puerta del armario.
—Tranquila, señora. ¿Dónde está
el animal? —intentó apaciguarla NORA.
El padre, un poco avergonzado al
ver que los niños no se asustaban, bajó de la mesa. Por más que buscaban, los
agentes del Comando Lobo no encontraban ningún bicho peligroso. Cristina miró a
la directora.
—Estábamos sentados hablando muy
tranquilos y, de repente, un gorrión se ha colado por la ventana y ha
aterrizado encima de la mesa. Los padres se han asustado y han armado todo este
lío dando manotazos al pájaro, empujándose y gritando.
— ¿El monstruo peligroso es un
gorrión? —preguntó IVÁN un tanto sorprendido.
—Pues sí —contestó la
directora—. Lo sé: un comportamiento exagerado, pero… —les susurró con
discreción para que no la oyera la madre.
—Torcuata, sal de ahí, por favor
—le suplicaba el marido—. El peligro ya ha pasado. Estás haciendo el ridículo.
— ¡Te digo que no salgo hasta
que maten al pajarraco ese!
Cuando los niños escucharon que
pretendía que mataran al gorrión, se enfadaron mucho.
—Entonces, señora Torcuata, se
quedará en el armario toda la vida porque el Comando Lobo salva animales, no
los mata —le advirtió JASSMIN.
En ese momento, empezó a llorar
desconsolada.
—Hay que sosegar a esta mujer o
le dará un ataque al corazón—advirtió Cristina preocupada.
—Señora, no se preocupe que nos
llevaremos al gorrión y podrá salir dentro de unos minutitos —la calmó SOFÍA
con un tono muy suave—. No le pasará a usted nada.
Eso era fácil de prometer y
difícil de cumplir porque con el desbarajuste que habían armado no encontraban
al pájaro.
—Quizá ha vuelto a salir por la
ventana —supuso AMIR.
Todos los niños estaban
atareados buscando al gorrión: levantaban sillas, recogían papeles, movían
libros, revisaban cajones…
— ¡Está aquí! Ha caído dentro de
la papelera —dijo DAVID que siempre lo pierde todo, y mira por dónde, ese día
encontró lo que nadie encontraba: el gorrión.
Se formó un corro en torno a la
papelera. Al fondo, entre unos papeles arrugados, había un pollito que los
miraba con ojitos muy abiertos, preso del pánico aleteaba intentando escapar.
—Este pajarito está
aterrorizado. Como ha escuchado que quieren matarlo…
— ¿Hay aquí algún experto en
aves? —preguntó Cristina. VÍCTOR y SUSI levantaron la mano.
—No te preocupes, seño, sabemos
coger pajaritos sin despanzurrarlos —aseguró SUSI.
—Ven aquí gorrioncito—dijo VÍCTOR
sujetando al ave con suavidad y firmeza al mismo tiempo.
Los agentes especiales se llevaron
al pollito a su clase; mientras, la directora le decía a la madre que ya podía
salir del armario y le ofrecía un vaso de agua para tranquilizarla.
—Lo mejor será traerle una
jaula al pájaro para que tenga su casa —recomendó TAREK con buena intención
—Ni se os ocurra. Se morirá. Los
gorriones se agobian/estresan si están encerrados. Empiezan a revolotear muy
nerviosos, se agotan y mueren —explicó ISABELLA.
— ¿Qué hacemos, entonces?
—preguntó JAIME.
—Pues soltarlo, claro. Lo mejor
es dejarlo en el alféizar de la ventana con un poco de agua y alpiste. Cuando
esté recuperado, él solito echará a volar —sugirió CAROLINA.
Como en ese momento no tenían
alpiste, echaron unas migas de pan y colocaron un cacharrito con un poco de
agua, luego SUSI dejó con mucho cuidado al gorrión y se alejó lentamente de la
ventana.
Los pollitos tienen el reborde del pico amarillo |
Los chicos se sentaron en el
suelo al fondo de la clase para que el gorrión no los viera cerca y se asustara,
y empezaron a charlar mientras lo vigilaban.
—Mirad cómo se arregla/acicala
las plumas con el pico. Es un pajarín muy presumido —afirmó BLANCA.
—Claro, si no mantiene las
plumas limpias y ordenadas no puede volar bien y, además, se moriría de
frío o de calor —explicó ÁLEX
—Los gorriones no es que sean
muy bonitos… —comentó ELENA.
— ¿Por qué dices eso? —Quiso
saber LAIA.
—Su plumaje es poco llamativo,
casi aburrido.
—Eso es porque van en traje de
camuflaje. Es para esconderse mejor y confundirse con el color del suelo y las
plantas y que no se los coman los gatos y otros pájaros —explicó SUSANA.
— ¡Ah!, vale, ahora lo entiendo
—dijo ELENA.
—Pues a mí, me parecen
simpáticos. Siempre van en grupito y revolotean y pían como si estuvieran
jugando todo el rato. Son como nosotros cuando nos estamos divirtiendo en el
patio del cole: unos escandalosos —dijo ERICK
y se echó a reír.
—Tienen una alegría contagiosa.
Yo me pongo contenta al oírlos cantar en el árbol que hay delante de casa
—reconoció LAURA.
—Es una pena que cada vez haya
menos —comentó la señorita.
— ¿Eso es verdad?
—Por desgracia, sí. Les hacemos
la vida imposible: contaminamos el aire y el agua, echamos insecticidas y
herbicidas que envenenan a los insectos, no les dejamos lugares para anidar,
los atropellamos, se matan al chocar contra los cristales de las ventanas… son
demasiados problemas y ellos son muy pequeños para luchar contra nosotros.
Gorrión atravesado por la antena del coche |
Los niños se quedaron en
silencio pensando y mirando al pobre gorrión que todavía estaba en la ventana.
Agitó las plumas para recolocarlas y dio un saltito. Era gracioso aquel pájaro.
Luego, otro saltito hasta el bote del agua y bebió un poco.
—Es un gorrión moruno —musitó VÍCTOR.
— ¿Moruno? ¿Qué quieres decir?
—preguntó JULIA.
—En España, hay cinco clases de
gorriones: el común, el moruno, el chillón, el alpino y el molinero; y este es
un gorrión moruno —les informó VÍCTOR
— ¡Anda! No me había fijado
nunca —dijo JULIA—. ¿Cómo los distingues?
—Por el color de las plumas. El
moruno tiene la cabeza de color rojizo, un antifaz negro en los ojos, la
mejilla blanca y unas bandas negras en la espalda y a los lados del pecho. Las
hembras son menos coloridas que los machos —aclaró SUSI.
Gorrión moruno - macho |
—Seño, estoy preocupada por los
gorriones —confesó CÉSAR—. Yo no quiero que se acaben para siempre.
—Ni tú ni nosotros tampoco
—añadieron los demás.
—Sabéis esto lo que significa,
¿no? —preguntó Cristina guiñándoles un ojo.
—Pues claro: ¡misión del Comando
Lobo! —exclamaron animados.
Al oírlos, el gorrión
sobresaltado levantó el vuelo.
—Mirad: el gorrión se ha ido al
árbol de enfrente —señaló IKER.
— ¡Uff, qué alivio! —Suspiró DALILA—.
Estoy contenta de que pueda volar.
—Sus amigos le están dando la
bienvenida y preguntándole dónde ha estado y qué le ha pasado —dijo ALBERTO imaginándose
la escena.
—Pues el gorrión les explicará
que se encontrado con una señora loca loca de remate y que chillaba como si un
tiburón le estuviera mordiendo la pierna —añadió JAIME. Y todos se echaron a
reír.
—No os riáis, todos tenemos
miedo de algo: de la oscuridad, de las arañas, de los perros, de las alturas…
—les regañó AURORA.
—Ya, pero ¿qué daño puede hacer
un pájaro tan chiquitín? —preguntó LAIA.
—Ninguno, pero la mujer no
entiende de aves y todo lo inesperado o desconocido asusta. A veces, es miedo a
que puedan contagiar una enfermedad —explicó CRISTINA.
—Pueden contagiar enfermedades,
pero un teléfono móvil, un asiento del autobús o un billete tienen muchísimos
más microbios que un pájaro. Además, si no lo toca…, no hay peligro de nada. Y
si lo toca, con lavarse las manos, problema arreglado. No hay motivo para temer
a los pájaros —aseguró VÍCTOR.
Los pájaros son amigos, no hay razón para temerlos. |
—Seño, ¿hablamos de la misión
gorrión, porfa? —pidió CAROLINA.
—Bien. ¿Por dónde empezamos?
—Pues por el principio, como
hacemos siempre. Señorita, parece mentira que no sepas cómo trabajamos en el
Comando Lobo. Antes que nada, nos vamos a la biblioteca del cole a investigar
al gorrión y anotamos toda la información en nuestro cuaderno de campo —dijo BLANCA.
A Cristina se le escapaba un
poco la risa al escuchar a BLANCA hablando tan seria, pero llevaba razón: ese
era el protocolo, así que se fueron a la biblioteca. Buscando en libros y por
Internet pronto se hicieron una idea clara de las amenazas que soporta el
gorrión y, en general, todas las aves.
—No sé vosotros qué pensáis,
pero creo que debemos ayudar a los pájaros, porque los humanos los estamos
perjudicando mucho —opinó ÁLEX .
Como los demás estaban de
acuerdo, en un pispás decidieron que construirían comederos y casetas para
aves, también, bebederos porque en Almería hace mucho calor.
Las clases eran muy
entretenidas porque habían instalado un comedero en la ventana y, a menudo,
aterrizaba una pandilla de gorriones alborotadores y entre chiu, chiu y chiu, chiu
se zampaban el alpiste y las pipas y, luego, se marchaban otra vez. Alegraban
la vista un montón. Los chicos continuaban, después, con su tarea y muy pronto
terminaron de montar los nidales y los comederos.
El viernes por la tarde,
salieron con Cristina para colgarlos. Primero, instalaron unos cuantos en el
patio de su colegio; a continuación, por los parques de Roquetas y, finalmente, en
los jardines de las casas si los dueños lo permitían. Fue un gran trabajo.
Ahora, los agentes especiales
también entendían de gorriones y, cuando salían a la calle, se habían
acostumbrado a fijarse en cualquier ser alado. Y fue así como, por casualidad, IVÁN y JULIO descubrieron que colirrojos y gorriones anidaban en las grietas y bajo
las tejas de un edificio en ruinas. Veían entrar a los padres con gusanitos en
el pico y salir al instante. Seguro que allí dentro tenían pollitos.
Una mañana, camino del colegio, JULIO vio que una brigada de operarios estaba cercando aquel edificio y que una excavadora y un martillo demoledor estaban preparados para derribarlo. El niño se acercó a un hombre que estaba dando órdenes a los demás y le dijo:
Gorrión con hierbas para acondicionar el nido |
Una mañana, camino del colegio, JULIO vio que una brigada de operarios estaba cercando aquel edificio y que una excavadora y un martillo demoledor estaban preparados para derribarlo. El niño se acercó a un hombre que estaba dando órdenes a los demás y le dijo:
—Perdone, señor, ¿van a tirar
esa casa?
—Sí, chaval. El Ayuntamiento construirá
un polideportivo en este solar. Vete de
aquí que es peligroso.
—Hay nidos de gorriones. ¿No
pueden esperar unos días hasta que abandonen el nido?
—Mira, nene, déjate de pájaros y
márchate inmediatamente.
JULIO entendió enseguida que
aquel hombretón no le haría ningún caso, así que corrió todo lo rápido que pudo
hasta el colegio y entró en clase como un torbellino, la cara colorada y casi
sin poder respirar.
—Amigos, tenemos una emergencia:
van a tirar la casa donde viven los gorriones y los colirrojos. ¡Y todavía hay
pollitos que no sabe volar! —exclamó JULIO nerviosísimo.
Al instante se armó un revuelo formidable.
No podían consentir que derribaran aquellas ruinas con los pollos dentro.
—Coged las chaquetas que nos
vamos —les ordenó Cristina—. Le haremos una visita al alcalde.
— ¡Comando Lobo en acción!
¡Aúúú! —aullaron todos los agentes especiales y, sin entretenerse ni un segundo
más, emprendieron el camino hacia el Ayuntamiento de Roquetas de Mar.
—Buenos días, somos el Comando
Lobo del colegio «La Romanilla». ¿Sería tan amable de decirle al señor alcalde
que queremos hablar con él, por favor? —solicitó ALBERTO con mucha educación como
le había enseñado Cristina.
—El alcalde está ocupado. Os
daré hora para la semana que viene.
—No, no. Ha de ser ahora mismo.
Es una urgencia. Van a derribar una casa y hay alguien dentro —Se apresuró a
explicar CÉSAR.
— ¡Madre mía! Entonces pasad,
pasad, enseguida —dijo la secretaria al tiempo que les abría la puerta del
despacho—. Gabriel, lo de estos chicos no puede esperar: dicen que hay alguien
en la casona que van a demoler en los terrenos del polideportivo nuevo.
—Verá, señor, muchos gorriones y colirrojos y golondrinas y aviones han construido sus nidos en esa casa abandonada —explicó LAURA.
— ¿Cómo? ¿Me estáis hablando de
pájaros? Creía que había personas.
—No, nadie ha dicho que fueran
personas —aclaró NORA.
Gabriel, el alcalde, no sabía si
enfadarse o reírse con el desparpajo de aquellos niños.
—Compréndalo: si la destruyen
morirán todos los pollos que todavía no vuelan —dijo SOFÍA.
—Usted sabe que los pájaros son
importantes porque se comen los mosquitos y, aquí, tenemos invasión de
mosquitos cada verano —insistió AMIR en tono convincente.
—También, se alimentan de otros
insectos malos para los cultivos y, aquí, hay cantidad de invernaderos y no queremos plagas, ¿verdad?
—remarcó JASSMIN.
—Y, además, cada vez hay menos
gorriones y si matamos a sus pollitos… —SUSANA dejó la frase sin terminar
porque no hacía falta, todos lo entendían.
Un nido entre las tejas |
—Vale, vale…, ya veo que me
tenéis rodeado. Me rindo —dijo Gabriel sonriendo.
—Total solo tendrían que esperar
quince días —calculó IKER. No es mucho. Luego los polluelos habrán abandonado
el nido y nadie saldrá perjudicado.
—De acuerdo —Aceptó Gabriel y
llamó a la secretaria— Marina, llama a Pepe y dile que valle el terreno y que
la demolición la dejaremos para final de mes.
—Muchas gracias —dijo ELENA
sonriendo agradecida.
—De nada. Hasta pronto.
Los chicos se miraban y
cuchicheaban algo discretamente entre ellos, se notaba que todavía les quedaba
algo por decir. AURORA miró a Cristina
como pidiéndole permiso, y esta, al alcalde.
—A ver… ¿qué se os ha quedado en
el tintero?
—Ya que es tan majo y protege a
los pájaros, ¿por qué no pone nidales en el Ayuntamiento, en el polideportivo
nuevo y en todos los edificios y jardines?
—le sugirió ISABELLA.
— Y pegatinas o vinilos
adhesivos en las cristaleras para que las vean y no choquen contra ellas —
añadió TAREK.
En esta ventana se refleja el paisaje y los pájaros chocan contra el cristal |
Poner pegatinas o vinilos adhesivos hace visible el cristal |
—Yo creo que Roquetas sería más
bonita si tuviera muchas aves —comentó DAVID.
—Vosotros no os rendís nunca,
¿verdad? —preguntó divertido Gabriel—. No me parece mala idea. Se lo comentaré
al consejero de obras y urbanismo para que lo tenga en cuenta en todas las
construcciones municipales.
Volvieron a darle las gracias y
se marcharon tan contentos. De regreso al colegio, pasaron por delante de la
casona en ruinas. Aún estaba en pie, los operarios se habían marchado y se
había recuperado la tranquilidad. Gorriones, colirrojos, golondrinas, aviones y
vencejos entraban y salían de sus nidos muy atareados alimentando a sus
pollitos.
—Traeremos comederos y los
colgaremos del vallado. Los pollitos solo se alimentan de insectos, pero el
alpiste y las pipas les vendrán bien a los padres —Pensó ERICK.
—Es una idea estupenda. ¡Misión
gorrión cumplida! Y, ahora, ¿qué os parece si nos vamos a jugar a la playa?
—propuso Cristina.
Tocaba divertirse un rato y se
acercaron al mar, pero…
—Oye, gaviota, ¿tienes algún
problema? —le preguntaba DALILA a una gaviota que andaba por la orilla del agua.
—Deja a la gaviota. No le
busques los tres pies a la gaviota… que ya me veo en una próxima misión gaviota
—Pensó para sí misma CRISTINA.
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